martes, 5 de enero de 2010

¿Por qué el pensamiento científico no es superior al no científico?




      El pensamiento es producto del hombre y a su vez una celebración de la existencia del mismo, independientemente de la naturaleza de este pensamiento. El pensamiento científico y el no científico se dan la mano en cuanto a su última finalidad, la cual es celebrar el genio humano. Si ambas ramas del pensamiento tienen un mismo origen y un mismo fin, ¿no es ridículo tratar de hacer una diferenciación en cuanto a su importancia?

      El pensamiento científico y el no científico son diferentes manifestaciones del genio humano. Sin embargo, a lo largo de la historia esta igualdad de origen y de fin se ha ido olvidando para dar origen a una separación del conocimiento científico y el no científico.


      En la antigüedad, el conocimiento científico y el no científico no se diferenciaban como en la actualidad porque el conocimiento era uno solo; filosofía, arte, literatura, matemáticas y demás materias estaban todas unidos por el sistema educativo conocido como "paideia", ("educación circular"), un sistema que englobaba todo.

      La separación de la ciencia y la no-ciencia vino en la modernidad con la aparición de pensadores como Descartes, quien puso a la razón por encima de todo, haciendo que la ciencia adquiriera suma importancia. El pensador Alexander Baumgarten, aun siendo esteta, colocó al conocimiento sensible por debajo de las "ciencias verdaderas" ya que consideraba al primero como una “idea confusa”.

      Más tarde Inmanuel Kant elevó el estudio de la estética y las denominadas no-ciencias al mismo nivel de la ciencia, de las "verdades de razón". Esto se puede notar en su libro "Crítica de la razón pura", en el que escribió un capítulo dedicado a las ciencias formales; su idea era elevar a la metafísica y a la estética a los mismos niveles racionales. Con este libro superó el marcado empirismo de Hume y la metafísica dogmática de los autores racionalistas. La ciencia y la no-ciencia vuelven a adquirir el mismo rango.

      Esta igualdad no duraría mucho. Posteriormente, el filósofo Friedrich Nietzsche coloca a la estética, la música y la filosofía por encima de las ciencias, acotando que por ejemplo la matemática y la lógica eran abstractas y no decían nada del mundo real, a diferencia de las artes que eran expresiones reales y vivas del ser humano.

      Si bien hay un Dios cristiano, cuyas reglas morales tiene millones de seguidores alrededor del mundo, en la actualidad ha aparecido la diosa ciencia, en la cual mucha gente ha puesto -por así decirlo- su fe. La ciencia y la tecnología se han convertido en necesidades para la humanidad y cada vez más personas se desentienden del pensamiento no científico y se transforman en seres casi deshumanizados cuyas vidas se rigen únicamente por el producto de un laboratorio sin sentimientos.

      Ciertamente la ciencia avanza, pero también tiene sus tropiezos. Un ejemplo de estos tropiezos en la actualidad es la existencia de dos teorías, aceptables ambas, pero incompatibles entre sí, de la luz; una clama que la luz se propaga por medio de partículas y la otra que es  por medio de ondas. La confianza en la ciencia es válida, pero no superior a la no-ciencia; lo que en cualquiera de los casos las separa es que la ciencia es comprobable y la no-ciencia es más teórica. Sin embargo, tanto ciencia como no-ciencia tienen ciertos niveles de abstracción que son aceptados por sus adeptos, y si los adeptos a las ciencias y a las no-ciencias pueden aceptar dicha abstracción en las mismas, ¿por qué no pueden aceptar el nivel de abstracción que hay en la materia de la cual no son -por así decirlo- partidarios?


      La ciencia no debería ser considerada superior a la no-ciencia. Aunque ultimadamente su origen y su fin fueran los únicos elementos que tuviesen en común, el ser humano no puede (o no debería poder) sobrevivir sin el conocimiento sensible. El día que el ser humano pueda vivir sin esta clase de conocimiento, individuo perderá su identidad como ser humano en sí y se rebajará al mismo nivel de las máquinas que ha creado. Lo creado consumirá al creador. El  conocimiento sensible es el que nos convierte en creadores y el que nos permite dar testimonio de nuestra existencia y evolución como individuos y sociedad, si éste se extingue, nuestra historia se extinguirá con él y pasaremos a ser individuos vagando por un mundo en el que no habrá nada que recordar.

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